miércoles, 28 de septiembre de 2011

Nuevos discos


A esta altura del año, con las producciones ya presentadas y las anunciadas, se puede afirmar sin temor a equivocarse que en cuanto a discos ha sido una gran etapa. Parece cristalizarse el crecimiento que durante algunos años han demostrado una gran cantidad de bandas locales. Crecimento que se refleja no sólo en la cantidad de propuestas girando por la ciudad sino también en su calidad.

Por eso es tan grato ver un ciclo como el que comenzará el sábado 15 de octubre. Titulado precisamente Nuevos discos, ofrece la posibilidad de ver a tres bandas platenses presentando sus respectivos trabajos, en tres fechas que contarán con la participación de invitados. Será en el Galpón de Encomiendas y Equipajes de La Grieta (71 y 18), a partir de las 20.

El primer turno será, en la mencionada fecha, para normA. El cuarteto platense integrado por Chivas Arguello (voz y guitarra), Richard Baldoni (bajo, coros, moog), Pablo Coscarelli (batería) y Gualberto De Orta (guitarra y coros), presentará su flamante producción, titulada a.

Junto a ellos estará Valle de Muñecas, presentando La autopista corre del océano hasta el amanecer. La banda capitalina, integrada por Mariano Manza Esain (guitarra y voz), Luciano Esain (batería y coros), Mariano López (bajo) y Fernando Blanco (guitarra), tocó en Pura Vida hace un tiempo, poco antes de editar este nuevo trabajo.

Las entradas para esta fecha imperdible se pusieron en venta hoy en La Disquería (54 e/ 8 y 9), a 25 pesos.

El ciclo continuará el 29 de octubre y el 12 de noviembre.

martes, 27 de septiembre de 2011

Fuzzzzzzzzzzzzzzz

Por nuestra humilde Azotea pasaron el viernes dos de los tres integrantes de Supersivo. Munidos de su disco (A cierta distancia mundial), Ezequiel y Fernando amenizaron la charla con didácticas reflexiones sobre sonoridades, efectos, maquinitas y rock, e innovación musical.

Acá lo tienen, para escucharlo cuando les plazca.

martes, 20 de septiembre de 2011

Ciudadano del mundo

En la emisión Nº 28 de Manjares en la Azotea estuvo de visita por nuestra terraza Yan Adrover. Platense con nombre bretón, que tras 12 años de vivir en Europa (entre Barcelona y París) está de vuelta por estas tierras, haciendo música. Sus bandas de allá, sus proyectos de acá, y el proceso de grabación al que está abocado fueron parte de la charla.

Además, como siempre, te contamos lo que había para hacer, te comentamos un disco, lucimos unas perlas y viajamos en el tiempo.

Acá podés volver a escucharlo.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Elementos encontrados


Este jueves, 15 de septiembre, se realizará la inauguración de la muestra fotográfica "Elementos Encontrados" a cargo de Alejo Ocho, Pablo Noriega, Sebastián Noriega y Martín Bidán.

La muestra propone un recorrido individual y personal de cada uno de los autores utilizando como disparadores el concepto de los cuatro elementos desde donde iniciar una búsqueda para luego ser capturada con sus cámaras y ser expuestas en la sala de muestras del Centro Cultural Estación Provincial, ubicado en calle 17 y 71.

Dicha exposición podrá luego ser visitada hasta el lunes 3 de octubre, en el horario de 16 a 21 horas.

El día de la inauguración propone ser un evento multidisciplinario, ya que lo estarán compartiendo los músicos platenses Fernanda López Camelo y Lautaro Barceló, quienes acompañarán con sus canciones, en un ambiente intimista, amenizado con proyecciones propias y no tan propias. Además habrá mesa de discos de UF CARUF.

martes, 13 de septiembre de 2011

Papeles tristes y sed


Volvió. Eléctrico aún cuando navegaba con los amigos de Lincoln por la ruta argentina número 7, ayer, domingo, después de haber almorzado una napolitana con Baggio de litro sabor naranja en un bar del ACA, en el centro del pueblo pensado a pasajeros 50 km de Junín, su primera comida, aquella, desde el asado-cena del viernes a la noche.

Corrida en micro a Luján del centro a la banquina, el trip sumó el avistaje del accidente en la unión del Acceso Oeste y la 7, autostop de cinco minutos (tres autos) en el corte de la bajada y arribo con éxito al lugar el sábado 15 horas, tras congestionamiento ricotero que en barra acechaba el interminable gris bonaerense.

Entrar por un Rosas, 20 pe o mangos, viajar a dedo, luego auto, con moebius nocturnos pos recital de dos de la mañana a cinco, Junín-Lincoln-Junín para cargar los tucumanos que esperaban acostados sobre la tierra seca de la zanja, con un sobreviviente del cotidiano conurbano con el que terminó abrazado reinterpretando la lucha de clases aún por gastar, sólo unidos por los discos que descreían del Pioneer que los cobijaba y la bandera de "Porco Rex" que acompañó alumbrando la luneta del auto, jarra en mano de gaseosa, uva y alcohol, no tiene precio.

Me contó y dijo.


- "Te das cuenta", parece descubrirlo, con la mirada más que con la boca. Los que cantan a su lado "Maldición..." no dejan grietas de silencio.

El nómade que conoció en el cruce de Luján se hace el que entiende, busca las coordenadas. Sólo los altos de estatura pueden ofrecer alguna respuesta entre la uniformidad de cabezas.

- "Habla de droga: co-ca-í-na".

Nada lo sorprendía. Pero no lo notaba, lo intuía: narices, sifones, dientes con envidia de lengua y ladrones de cerebros, eran algunas de sus pistas.

Si uno llega en ese espacio temporal a un recital, pongamos el del Indio, otro tal vez aunque las pruebas digan lo contrario, creerá que toda poética comienza en el bolsillo del saco y termina con la última arremetida de la tarjeta. Aunque no es todo, Bang Bang!, partes de Gulp! y (casi) todo Oktubre, el Indio tienta cantar odas disponibles a cada uno de sus pericos.

El primer tiro fue por el semáforo del cruce. Cristian, el conductor de Matanza, insistía con rescatarse. Lo hacía con el convencimiento de estar seguro. Tenía la mirada tan firme y curtida que no había manera de contradecirlo. Vino, Fanta, jarrón hervidor que por las noches calienta lo del mediodía, mucho hielo, amiguo...

"El resto cuando lleguemos. No quiero saber nada, sabés, amiguo... cuando estás del otro lado. La conocí y pasé. No vuelvo".

Hubo dos y tres seguidos dentro del auto, con la vista hacia atrás ayudados por el polarizado del parabrisas. Cuatro y cinco llegaron después.

"No mires para afuera. Date vuelta, pegate al asiento y usá la billetera".

Al costado del auto, entre el surco que forma la tierra mojada por la humedad del lago, agotador, paranoico, insustituible, se corporizan una multitud de piernas -de remeras negras, gorros, camperas deportivas largas hasta las rodillas, vaqueros, algún que otro saco- que luego a oscuras imitarán la procesión del silencio, de los muertos, pero vivos, que vienen de la batalla con la sabiduría de la misión cumplida.

El parador "El Puente" suelta un cartel verde poco visible desde la banquina, metros después del desvío que lleva al Autódromo. La leyenda resalta sobre el paredón de musgo de los baños, detrás de lo que eran los surtidores de nafta de una segura YPF; apenas se ve, no sólo por el musgo sino por el salto intermitente de los muchos que cantan el segundo tema de Luzbelito que mueve de una F-100 que custodia un chico raquítico, de musculosa cortada, ya gris, con una cara de anteojos sin pelo. Cada dos, uno sostiene el plástico arrancado de las botellas de gaseosa (la parte de abajo) con el que forman un vaso largo, más ancho e inestable que los de vidrio. Cada vibración de las zapatillas instala un empujón que hace volcar los hielos del interior de la copa.

La caravana de autos, percibible tan de cerca como a la distancia, es heterogéna, amplia, policlasista. Una producción casual para sociólogos o antropólogos. La masa conforma un Estado paralelo e itinerante que encuentra asiento donde se lo convoque. Tienen todos un horizonte, el mismo que cantan y cantarán con distintos acordes hasta entrado el domingo. Forman una unívoca marca en la larga línea gris: los desangelados, de antes y ahora, de cualquier barrio del Conurbano y los hijos del campo en camionetas que identifican su gusto por Solari con extensas calcomanías; familias de cuatro o cinco, con peatones perdedores que encuentran futuro en estos días descolgados del almanaque de la sobrevivencia; pendejos de inciertos amaneceres y tipos hechos que esperan la recompensa de su futura pareja; los que cambian el vicio cotidiano de los animadores del juego por perdones para su lengua. Y bocas flojas. Muchas.

- "Ponelo de esta forma".

Cristian estaciona el auto. Con la palma de la mano apenas cerrada sostiene un nylon y se apura; con la izquierda señala la hoja oscura. Respira la impaciencia que hace minutos le desconocía. Quiere entrar con el amontonamiento.

- "Poné llave, subí los vidrios... vamos".

viernes, 9 de septiembre de 2011

Otra noche esperada

Radio Estación Sur tiene la previa, la salida y la resaca cada viernes desde las 9 de la noche. Pero además, tiene el mascarón de proa del fin de semana un rato antes. Residuos urbanos festejó sus cinco años y no anduvo con pequeñeces en lo que a animación se refiere. Convocaron ni más ni menos que a Pérez y Prana para que el cumpleaños sea inolvidable.

Levanta vuelo

Prana se subió al escenario de Estación Provincial, en algún sentido, por primera vez. Es que ya no ocupó el (su) nido central, sino que pegó el salto a la tarima. Abrió con el tema que le da nombre a la banda (¿o será la banda la que le da nombre al tema?), hecho que está a punto de convertirse en un clásico: el instrumental de apertura para entrar en trance, energía vital.

Buen promedio mantiene el trío en cuanto a novedades. En cada presentación hay algún tema nuevo (y esta no fue la excepción) lo que habla de un crecimiento constante que indudablemente lleva destino de disco, sin prisa pero sin pausa. La nueva gema tiene un arranque con espíritu casi rockero, fuerte, a puro golpe de bajo y batería que muestran la perfecta sincronización que hay entre Darío Artiguenave y Oscar Trani, y continúa con la guitarra de Matías Patinho desgranando sonoridades coloreadas de psicodelia.

Además de expresar la inmensa felicidad de estar tocando en tan grata compañía, Patinho anunció lo que sería "el único cover" de la noche. El doble mensaje implícito fue la señal de largada para esa maravillosa versión de Enjoy the silence.

Faltaba que suene Río, que acompaña a la banda desde sus inicios y que como tema emblemático suena cada vez mejor. La guitarra de Matías se fue apagando, preñada de distorsiones, las voces de Darío y Oscar aportaron los últimos coros (dicho sea de paso, también hay mucho y muy buen trabajo ahí), y Prana bajó del escenario.



No afloja


Después del obligado receso, Pérez volvió con todo y hace tres meses que no para. Ver una banda dos veces en una semana significa, habitualmente, ver lo mismo con mínimas variaciones. No fue este el caso. Si bien abrieron nuevamente con Más, después fueron entremezclando temas nuevos, prestos a ser grabados en un nuevo disco que (sueñan) podría salir este mismo año.

Así es que entre Alguna vez y No era necesario fueron apareciendo las nuevas creaciones que mantienen la sonoridad característica de Pérez, pero en algún caso con una tonalidad más oscura y una cadencia menos afiebrada. Desde luego, falta escuchar en detalle este material que empieza a rodar.

Quedaba pendiente un cierre acorde a la excelencia de la presentación, y con el acelerado ritmo de Libros y gente se empezó a avisorar el final. Sin pausa, casi enganchado y para delirio de algunos de los presentes, sonó Chicos y chicas y Pérez amagó con el retiro. Cuando parecía que nadie iba a hacer Babia esa noche, Martín Lambert, Ramiro Sagasti, Matías Zabaljáuregui y Diego Goldztein volvieron, lo hicieron, y listo, ya fue, podemos escapar en moto.



NdR: la noche había empezado con la presentación de
Muchas nueces. La impuntualidad de quien escribe impide contar como anduvo eso. Con las disculpas del caso, invitamos a quien lo haya presenciado a que acerque sus pareceres.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Revoluciones

Ya estamos palpitando el Nº 27 de Manjares en la Azotea, y todavía estamos lamentando que el Nº 25 (con Valentín y los Volcanes) no se haya grabado. Pero entre lo irrepetible y lo que será, tenemos para ofrecerles la emisión Nº 26, con Gastón Galli, amigo de la casa, conductor de 33 Revoluciones y parte del equipo que hace El bueno, el malo y el feo.

Además, claro, como siempre, la perla, el disco de la semana y las efemérides. Todo a un click, para escuchar o para bajar.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Una fecha, dos bandas, infinito placer

Satisfacciones que da eso que llaman “la escena platense”: dos propuestas bien distintas bajo un mismo techo, sobre un mismo escenario, frente a un mismo público, tras los mismos micrófonos.

Mostruo! vuela peluquines

Entre el tercer y cuarto tema Lucas Finocchi dijo, sorprendido, algo así como “me tocaron cantar las cuatro primeras canciones, creo que es la primera vez que pasa”. Para entonces, Mostruo! Ya había desplegado sobre el escenario de Estación Provincial una buena dosis de rock potente en su veta más cadenciosa. Y el local había levantado temperatura. Mucha gente en el callejón central de la sala, como un río que amenazaba con inundar los intersticios que quedaban entre las mesas.

Entre los clásicos El rey de las bambalinas y Cuidado con el mostruo asomaron temas de lo que será el nuevo disco, como El más allá y Capitán. A través de ellos, Mostruo! fue desgranando un compendio de riffs bien ajustados con la poderosa base de sustento que le dan Federico y Luciano Mutinelli, y las voces de Finocchi y Kubilai Medina que cada día (o cada noche) se complementan mejor. No importa cual vaya al frente y cual haga la segunda, siempre suenan a puro rock.

La seguidilla de Tu culpa, El control y Ese oso fueron el cierre ideal para un set que (previsible y afortunadamente) voló peluquines.



Pérez, más que una excusa

Empezó a cantar y en la cara de Ramiro Sagasti apareció una sombra de fastidio. El microfono, apenas era tocado, soltaba un ruido de estática bastante molesto. Manos en los bolsillos, el frontman de Pérez siguió adelante, pero sin soltarse. Así pasó Más, y para el segundo tema (con el problema solucionado) los ojos de Sagasti volvieron a brillar y apareció una sonrisa entre socarrona y pícara.

Entonces si, junto a la voz, la batería de Martín Lambert, Matías Zabaljáuregui en guitarra y Diego Goldztein en el bajo aportaron cada uno su parte y lo que confromaron fue mucho más que música: una imágen, un perfume, un sabor, un brillo. El sonido actual de La Plata con marcadas reminiscencias british, un ritmo por momentos desenfrenado, por momentos tenso a fuerza de delicada guitarra y batería repicada esperando el estallido del “ya fue, nadie nos ve” de Babia.

Quedó tiempo todavía para un par de perlas, para decir mucho más que lo dicho al grito de “estuvimos tanto tiempo en otro lado” (de Dulce, según los memoriosos, tema que no suena habitualmente en los escenarios); y para buscar entre el público un destinatario (extasiado, claro) del No era necesario.

“¿Para que voy a salir?” se pregunta Pérez desde el escenario en el cierre del set. Para eso, para ver a Pérez, excusa más que suficiente.