jueves, 1 de septiembre de 2011

Una fecha, dos bandas, infinito placer

Satisfacciones que da eso que llaman “la escena platense”: dos propuestas bien distintas bajo un mismo techo, sobre un mismo escenario, frente a un mismo público, tras los mismos micrófonos.

Mostruo! vuela peluquines

Entre el tercer y cuarto tema Lucas Finocchi dijo, sorprendido, algo así como “me tocaron cantar las cuatro primeras canciones, creo que es la primera vez que pasa”. Para entonces, Mostruo! Ya había desplegado sobre el escenario de Estación Provincial una buena dosis de rock potente en su veta más cadenciosa. Y el local había levantado temperatura. Mucha gente en el callejón central de la sala, como un río que amenazaba con inundar los intersticios que quedaban entre las mesas.

Entre los clásicos El rey de las bambalinas y Cuidado con el mostruo asomaron temas de lo que será el nuevo disco, como El más allá y Capitán. A través de ellos, Mostruo! fue desgranando un compendio de riffs bien ajustados con la poderosa base de sustento que le dan Federico y Luciano Mutinelli, y las voces de Finocchi y Kubilai Medina que cada día (o cada noche) se complementan mejor. No importa cual vaya al frente y cual haga la segunda, siempre suenan a puro rock.

La seguidilla de Tu culpa, El control y Ese oso fueron el cierre ideal para un set que (previsible y afortunadamente) voló peluquines.



Pérez, más que una excusa

Empezó a cantar y en la cara de Ramiro Sagasti apareció una sombra de fastidio. El microfono, apenas era tocado, soltaba un ruido de estática bastante molesto. Manos en los bolsillos, el frontman de Pérez siguió adelante, pero sin soltarse. Así pasó Más, y para el segundo tema (con el problema solucionado) los ojos de Sagasti volvieron a brillar y apareció una sonrisa entre socarrona y pícara.

Entonces si, junto a la voz, la batería de Martín Lambert, Matías Zabaljáuregui en guitarra y Diego Goldztein en el bajo aportaron cada uno su parte y lo que confromaron fue mucho más que música: una imágen, un perfume, un sabor, un brillo. El sonido actual de La Plata con marcadas reminiscencias british, un ritmo por momentos desenfrenado, por momentos tenso a fuerza de delicada guitarra y batería repicada esperando el estallido del “ya fue, nadie nos ve” de Babia.

Quedó tiempo todavía para un par de perlas, para decir mucho más que lo dicho al grito de “estuvimos tanto tiempo en otro lado” (de Dulce, según los memoriosos, tema que no suena habitualmente en los escenarios); y para buscar entre el público un destinatario (extasiado, claro) del No era necesario.

“¿Para que voy a salir?” se pregunta Pérez desde el escenario en el cierre del set. Para eso, para ver a Pérez, excusa más que suficiente.

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