lunes, 4 de julio de 2011

Afuera el frío... ¡qué me importa!

El sábado se presentaron Valle de muñecas y Mostruo! en el escenario Federico Moura de Pura Vida. La clásica (¿inevitable?) impuntualidad del lugar no restó al calor que pusieron las bandas, con sendas presentaciones a pura fuerza rock.

VdM

Pasados unos 15 minutos de las 3 AM la imágen del escenario lo decía todo: Luciano Esaín le daba los últimos y frenéticos golpes a la batería de Mostruo!, en este caso al servicio de Valle de muñecas. El detalle es que el músico estaba en cuero, y aún así, al borde de la deshidratación. ¿Cómo llegó a esa situación, a escasos 15 metros de una vereda, de una ciudad helada hasta la angustia?

La respuesta se origina unos 50 minutos antes, cuando (tras marcar cuatro) la banda empezó a descargar toda su energía en Pura Vida. El mencionado baterista (todavía con la remera) junto al bajo de Mariano López creaban un bloque musical muy sólido, una perfecta base (tirando a) oscura. Desde ahí, las guitarras de Leandro de Cousandier y Mariano Esaín le daban el punto justo de distorsión a las melodías, alternando contrapuntos con unísonos. Por supuesto, la voz del propio Manza completaba esa obra, con una tonalidad de angustia urbana existencial, complementada a la perfección por los coros de Luciano.

Esa (¿mala?) costumbre de andar “implorando alivio a las certezas” (como cuenta Respuestas), esa alternancia de “a veces la ansiedad, a veces el dolor” (descripta en Días de suerte) dieron la clave desde el inicio, seguidas por Regresar y Tormentas. Hubo tiempo de estrenos y Manza aprovechó para anunciar que “en unos quince días” el nuevo disco va a estar en la calle. Como adelanto, y en medio de ese clima atormentado, soltaron una frase de ¿aliento?: “hasta donde ves, la oscuridad se vuelve vida” (del aún inédito La soledad no es una herida). Sumaron (ahora si) una certeza: “Todo acaba siempre” (del otro estreno, Cuentos para no dormir jamás).

Para entonces, con la presentación llegando a su fin, la temperatura había subido considerablemente a fuerza rock y no era raro que entre tanto gorro, campera y bufanda Luciano Esaín terminara en cuero.

M!

“Nunca habías visto nevar”. La frase, repetida como mantra pero con ritmo rockero, no refería a la ola polar, por demás lógica a esta altura del año. Se trata del tema que Mostruo! eligió para abrir su recital, inédito que refiere a aquella nevada mortal creada por Los Ellos para devastar nuestro planeta en los acontecimientos narrados por H. G. Oesterheld en El eternauta, y que será incluido en el compilado Los Ellos, homenaje (no sólo musical) de Concepto Cero a dicha historieta.

Una buena manera de entrar en calor, para seguir después con una serie de temas muy potentes, entre los que figuraron Cuidado con el mostruo, El rey de las bambalinas y Me entrego. Entre la batería y el bajo (Luciano y Federico Mutinelli) creaban un ritmo que por momentos se asemejaba a una locomotora, pura potencia, sobre la que se montaban las guitarras de Lucas Finocchi y Kubilai Medina, a veces filosas, a veces machacantes. Además, los dos guitarristas hicieron gala de esas voces tan distintas una de la otra pero ambas tan apropiadas para el rock fuerte que desplegaron.

Con Ausencia llegó el momento de poner un freno de mano, apenas un respiro, para continuar con Tu culpa y (por supuesto, para un sábado) El mejor plan del mundo. Quedaba tiempo para sorprender con Ese oso (que no fue el cierre esta vez), Esta noche y Tu poder.

Si Valle de muñecas había dejado el escenario Federico José Moura bien hirviente, Mostruo! mantuvo ese calor con una potencia rockera conmocionante, tras casi una hora y veinte sobre las tablas. Eran las 5 de la mañana. Afuera mucho frío. “¡Qué me importa!”, se escuchó, como cabal expresión de una noche caliente. Pura Vida, puro rock, larga vida al rock.

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