Como dijo alguna vez nuestro amigo Ignatius J. Reilly (a quien no vemos hace tiempo) lo que hicieron los Sex Pistols fue pararse la cresta y salir a gritar que no hay futuro. Tal definición se materializa particularmente en Sid Vicious. Como bajista... buen cantante, y viceversa.
Nació el 10 de mayo de 1957. Su padre se fue al poco tiempo, y su madre lo crió sola. Cuando Sid (en realidad su nombre era Simon John Ritchie) era muy chico, su madre se fue con él a Ibiza, donde empezó a vender drogas y se hizo adicta a la heroina. De vuelta en Inglaterra, su madre se casó nuevamente, pero a los 6 meses enviudó. Así que Sid se crió sólo con su madre, en la marginalidad más absoluta de la Inglaterra de fines de los 60 y principios de los 70. Esa sociedad que, precisamente con la marginalidad, la pobreza y la falta de oportunidades de vida para grandes sectores de su juventud, generó ese escupitajo musical, cultural y (claro que si) comercial que fue el punk.
Sid Vicious fue un claro exponente de esa generación del “vive rápido, muere jóven”. En apenas 21 años formó parte de los Sex Pistols, se hizo adicto a la heroina, estuvo preso varias veces por distintas peleas (incluso con el hermano de Paty Smith), su novia Nancy Spungen murio acuchillada (nunca se supo si fue él mismo quien la mató o los dilers a los que le debían guita) y en 1979 murió de una sobredosis de heroina que le inyectó su propia madre. Está claro que era totalmente imposible que hoy cumpliera 54 años.
Eso si, se lo considera el inventor del pogo. Y ese es un buen motivo para homenajearlo.
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