miércoles, 11 de mayo de 2011

"¡Relajate, Palo!"

Estamos en Caetano (que viene a ser algo así como Hemisferio, pero sin onda) y ya terminó la presentación de Hermano Perro Pocket Orquesta, que estuvo de 10. En algo menos de 40 minutos dieron un show contundente con el que repasaron sus dos EPs y le arrancaron palmas de ovación y acompañamiento a un público que no iba a verlos a ellos. Fue ese público el que obligó al quinteto devenido en septeto a volver al escenario con una versión (algo fallida en la traducción) de Psycho-killer de Talking Heads. Impecable.


Pasado un intervalo bastante extenso, aparece el tipo en el escenario. Lo vi unas cuantas veces en vivo. Por una cuestión generacional no llegué a asistir a ningún concierto cuando se presentaba al frente de su legendaria banda de los 80s. Lamenté esto en cada uno de los casi treinta recitales de su agrupación de los 90s a los que asistí. Sin embargo no puedo quejarme. ¡Que banda aquella, mi viejo! Qué buenos temas, en su mayoría hijos de su pluma y su guitarra. Y ahora estamos acá: el sobre el escenario, yo abajo, como siempre.

Solo con su guitarra criolla inicia la presentación con temas su último trabajo solista. Devenido un gran ejecutante del instrumento, patina bastante a la hora del canto. Notas a las que no llega, modulaciones truncas. Pero se la banca. Y aún tiene ese no se qué, que hace que a uno lo cautive cada vez que lo ve y lo escucha. Entonces aparece la Formación Aurea. Los grandes créditos que la integran anuncian un show inolvidable. Y es lo que sucederá, aunque por otros motivos.

Cada vez que empieza una canción, su autor se acerca a los músicos para pasarles los acordes. Estos hacen lo que pueden. A pesar de que a la cosa le cuesta arrancar, el efusivo público banca la situación. Y él recibe ese calor que lo enfervoriza más y más, sacándole la presición que necesitaría para llevar el concierto con una banda a la que la falta de ensayo se le ve a la legua. También parece inapropiada la elección de un tecladista de lujo, cuya trayectoria presenta a un catedrático disco de jazz-rok, pop y música progresiva, cuando lo que se va a ejecutar ronda la canción y los aires latinoamericanos.

Sin embargo nada de esto parece notarlo la mayoría de los asistentes, que ovacionan cada intervención. No importa que clásicos de sus bandas de antaño suenen con estrofas de menos, que los arreglos que surgen en el escenario no sean de los más afortunados. El aplauso, la ovación y la participación están ahí todo el tiempo.

Solo un consejo, gritado desde las mesas en la mitad del show, pareció ir en otra dirección. Igual no importa, porque no se escuchó desde el escenario. O sí, pero se decidió hacer caso omiso. En alguna de las interlocuciones en las que el solista pudo explayarse manifestando su apoyo a la marcha mundial en defensa de libertades que se dio ese día, en el anuncio del año del conejo o acerca de lo que podemos esperar según los posicionamientos de la luna, ella le grita: "¡Relajate, Palo!"

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