Hace (apenas) algo más de un año, se concretaba un
Trasnocharte en el
Centro Cultural Estación Provincial. El escenario montado en el centro de la sala sorprendía por sí mismo. Una especie de nido desde el cual
Darío Artiguenave con el
bajo,
Oscar Tranni con la
batería y
Matías Patinho con la
guitarra presentaban por primera vez sus melodías. El sábado pasado (en un nuevo capítulo del ciclo
Trasnocharte y luego de su
presentación en
Seis cucharas)
Prana volvió a ubicarse en ese nido, ese círculo cálido e inspirador.
Atraviesa el paradigma Radiohead (pero sin encasillarse), se remonta a la psicodelia de los 70 (pero no atrasa), proyecta trazos jazzeros coloreados por el sonido indie actual, y así resuelve un espectáculo cargado de energías, calmas y tensiones.
Destacable el cambio de roles instrumental: por momentos, el bajo puede llevar la melodía o actuar como guitarrón, la batería puede dar toques intimistas y la guitarra puede hacer una base de efectos, al mejor estilo colchón sonoro. Inmediatamente, la batería dispara energía, el bajo marca ritmos y la guitarra expresa melodías delicadamente detallistas.
Ante semejante virtuosismo tan bien coordinado ¿qué importa si el sonido de la guitarra se ensució por un momento? ¿qué importa si la voz entró un compás antes en un instante de ansiedad? Las sonrisas cómplices entre los músicos indica que aún así disfrutan de ese lugar.
Además de los temas propios, Prana versionó con maestría a Depeche Mode haciendo Enjoy the silence. Y de allá lejos y hace tiempo se vinieron hasta aquí y ahora para hacer también una versión de Babia, tema de Pérez. En ambos casos, lejos de la copia, Prana reinterpreta.
Como todo lo bueno termina, una hora después del primer acorde Prana se despidió. Como todo lo excelente, nunca es mucho. Así pasa con lo que se disfruta de verdad, dan ganas de que siga, y siga, y siga. Pero de ninguna manera se podrá decir que fue poco.
Alcanzó (sobradamente) para demostrar que esta banda está para grandes cosas. Si hace un año rompía el cascarón, ahora (en ese mismo nido) trina con ganas y aletea, listo para volar alto, cada vez más alto. A no perderle pisada. Y que nadie se sorprenda si al cerrar el año, en esa época de balances, brindis y retrospectivas, figura entre las revelaciones de este 2011.