jueves, 8 de marzo de 2012

Todo se transforma


La inmensidad puede resultar opresiva o liberadora. Lejos de la agorafobia, La gran perdida de energía se lanza a explorarla libremente, sin demasiados prejuicios. De esa exploración quedan huellas en el disco homónimo (segundo de la banda), editado a fines de enero por el sello Uf Caruf!

Con la excusa del post-rock, se acercan a la psicodélia y al rock progresivo, con composiciones de notas predominantemente agudas que hacen que no sea un disco oscuro. Los climas generados no tienen que ver con sensaciones opresivas sino bien aireadas o en todo caso tensas. Las guitarras de Salvador Barcellandi y José Delgado aportan ese aire, cierta frescura, sobre todo en las melodías de sonido más puro, que además suelen tener efectos hipnóticos. La tensión corre por cuenta de los platillos principalmente (tanto en el final de El mes del viento como en el intermezzo de Balsa, aunque no exclusivamente), agitados por Lisandro Márquez. El bajo ejecutado por Hernán Aguilar aporta calma, con cadencias y melodías mayormente relajadas.

Transitando la mitad del disco aparecen voces a cargo de Ana Lemes (junto a la banda), y la sensación de flotar desemboca en una vocalización breve, dulce, serena. Reaparece en Diente de león, epílogo mántrico en el que se asienta una declaración de principios a tono con el nombre del tema (me dejaré llevar por el viento, no me importará dónde bajaré).

Con esos elementos, La gran pérdida de energía propone un viaje de las profundidades marinas a los vientos cósmicos. Apenas un paso, apenas una inmensidad por recorrer.

Para bajar el disco y conocer la ficha técnica pueden pasar por el bandcamp de La gran pérdida de energía, o por el sitio del sello Uf Caruffffffff!

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Y llegué hasta donde estaba realmente oscuro, bajo un cielo sin luna pero preñado de estrellas, apenas guiado por la Cruz del Sur a mis espaldas y el sonido de las olas que (bien sabía) debía quedar siempre a mi derecha. Fue un tropezón en un montículo de arena lo que decidió el lugar. De cara al mar (o a su sonido) me senté. Recién cuando se fue el humo le dí play. Todavía se escuchaban las olas, ahora muy de fondo, lejanas, abajo, lejanas, afuera, lejanas... una estrella brillaba en color rubí...

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